Politik
Vuelvo a trabajar, por obra y gracia de los médicos y los ciclopléjicos.
Por cierto, no sé qué hostias significa ciclopléjico, pero me parece un nombre desafortunadísimo para un colirio. Me hace pensar en cíclopes, y no reconforta el echártelo pensando en monstruos de un solo ojo.
Desvarío de la semana: ¿hemos dado política? ¿no? Pues a por ella.
Estos dias se discuten unas cuantas cosas políticas en el foro: el Plan Ibarretxe, la Constitución Europea... Como los nacionalismos en general es un tema que ya me tiene bastante agotado, no me he sobrado interviniendo.
Tras muchas horas de vuelo, para mi sorpresa, he acabado descubriéndome mayor beligerancia contra los ultraizquierdistas con los que me cruzo que contra los reaccionarios y conservadores a secas. Debería simpatizar un poco más con la gente más cercana a mí, y esa supuestamente será la izquierda, aunque radical.
Pues no. De hecho, cuando me pongo, acabo discutiendo con mayor encarnizamiento con los niñatos de la nueva ultraizquierda que con los ultraderechistas. En parte porque con estos últimos, en muchos casos, ni vale la pena molestarse. Pero, sobre todo, porque hay algo en las juventudes izquierdistas de hoy que me irrita profundamente.
De entrada, si bien me he situado a la izquierda toda la vida, los extremistas de izquierda me resultan igual de lejanos que los de derecha. Al final repasas las intenciones de unos y otros y llegas a la conclusión de que te darían por el culo más o menos lo mismo unos que otros.
Pero es que eso me resulta hasta cierto punto comprensible cuando viene de la ultraderecha, que tiene antecedentes en este país y no debería cogernos por sorpresa. En cambio, cuando alguien parte -supuestamente- de una construcción ideológica basada en la igualdad y la justicia para acabar legitimando el quitarte derechos fundamentales, robarte tu propiedad y justificando la violencia, uno no puede por menos que indignarse. La caída del sistema comunista debería habernos enseñado algo sobre la naturaleza de los totalitarismos, incluso de los que nacen con las mejores intenciones.
Por otra parte, me rebota de verdad la simpatía de estos aprendices de Ché por los nacionalismos en general. A ciertas edades se abraza cualquier cosa que tenga pinta de causa, pero la imagen del conflicto Estado-territorio como lucha opresor-rebelde que astutamente venden los partidos nacionalistas (mayormente de centro-derecha... en fin) ha calado en buena parte de la juventud medianamente concienciada de este país. Tamaña necedad.
¿No se titulaba el himno socialista por excelencia La Internacional? ¿Desde cuando la disgregación de las comunidades y el levantamiento de nuevas barreras entre los pueblos son parte del ideario socialista? ¿Qué tiene que ver el deseo de justicia y solidaridad -palabras con las que se llenarán la boca cada vez que les preguntes- con el de encerrarte en tu terruño y limitar la presencia y competencias de otros en lo tuyo?
El colmo fue una vez que se lo planteé a un chaval que me contestó sincero:"cuando tenga mi patria seré de izquierdas, ahora soy nacionalista", vamos, como quien dice "primero me haré rico explotando a imnigrantes ilegales, y cuando lo sea me indignará que les exploten".
Las naciones son el problema, y hacerlas nuevas cuando en paralelo avanzan procesos de asociación que permitirían superarlas en un futuro es como empeñarte en comprar una prenda inútil y pasada de moda, simplemente porque has estado ahorrando para ello y no te vas a echar atrás ahora.
La nación es un concepto obsoleto como los trenes a vapor o la curación por sangrías. Justifica unos gastos monstruosos a nivel nacional y mundial en ejércitos, provoca guerras, miseria y desigualdades bárbaras entre unas personas y otras por el simple hecho de estar a un lado u otro de una raya.
El nivel tecnológico de cada sociedad limita el tamaño que puede alcanzar manteniendo una estructura racional y eficiente. Los grupos tribales se bastan con un vocabulario limitado y legislación oral. Las grandes naciones requieren un cuerpo administrativo, comunicaciones e infraestructura para mantenerlas, y que podían solucionarse con una sencilla red de carreteras. El teléfono, la radio y demás adelantos nos han dado alcance hasta el mismo espacio exterior.
¿Puede haber un único gobierno mundial? Creo que si.
¿Solucionaría o mejoraría algo? Por favor. Solo lo ahorrado gracias al desmantelamiento de los ejércitos daría para acabar con el hambre en el mundo, buscar curas al cáncer y al sida, y aterrizar en Marte de propina.
Para mí la pregunta es por qué coño no se hace ya.
¿Debo entender como un avance en modo alguno que una región se acerque a su ideal nacional (o el de algunos de sus pobladores, no todos en absoluto? Y una mierda.
Unos pocos conseguirán salir en sus libros de historia, tener monumentos y calles con su nombre. Y ya está. Su opresión será más o menos la que ahora, pero tendrán sus propias placas de matrícula. ¿Como no vamos a solidarizarnos con su lucha?
Cualquier gilipollez se considera un ideal si se adorna con las palabras adecuadas. También los hay dispuestos a morir por su equipo de fútbol.
Agradecería algo de polémica tras escribir este ladrillo.
Por cierto, no sé qué hostias significa ciclopléjico, pero me parece un nombre desafortunadísimo para un colirio. Me hace pensar en cíclopes, y no reconforta el echártelo pensando en monstruos de un solo ojo.
Desvarío de la semana: ¿hemos dado política? ¿no? Pues a por ella.
Estos dias se discuten unas cuantas cosas políticas en el foro: el Plan Ibarretxe, la Constitución Europea... Como los nacionalismos en general es un tema que ya me tiene bastante agotado, no me he sobrado interviniendo.
Tras muchas horas de vuelo, para mi sorpresa, he acabado descubriéndome mayor beligerancia contra los ultraizquierdistas con los que me cruzo que contra los reaccionarios y conservadores a secas. Debería simpatizar un poco más con la gente más cercana a mí, y esa supuestamente será la izquierda, aunque radical.
Pues no. De hecho, cuando me pongo, acabo discutiendo con mayor encarnizamiento con los niñatos de la nueva ultraizquierda que con los ultraderechistas. En parte porque con estos últimos, en muchos casos, ni vale la pena molestarse. Pero, sobre todo, porque hay algo en las juventudes izquierdistas de hoy que me irrita profundamente.

De entrada, si bien me he situado a la izquierda toda la vida, los extremistas de izquierda me resultan igual de lejanos que los de derecha. Al final repasas las intenciones de unos y otros y llegas a la conclusión de que te darían por el culo más o menos lo mismo unos que otros.
Pero es que eso me resulta hasta cierto punto comprensible cuando viene de la ultraderecha, que tiene antecedentes en este país y no debería cogernos por sorpresa. En cambio, cuando alguien parte -supuestamente- de una construcción ideológica basada en la igualdad y la justicia para acabar legitimando el quitarte derechos fundamentales, robarte tu propiedad y justificando la violencia, uno no puede por menos que indignarse. La caída del sistema comunista debería habernos enseñado algo sobre la naturaleza de los totalitarismos, incluso de los que nacen con las mejores intenciones.
Por otra parte, me rebota de verdad la simpatía de estos aprendices de Ché por los nacionalismos en general. A ciertas edades se abraza cualquier cosa que tenga pinta de causa, pero la imagen del conflicto Estado-territorio como lucha opresor-rebelde que astutamente venden los partidos nacionalistas (mayormente de centro-derecha... en fin) ha calado en buena parte de la juventud medianamente concienciada de este país. Tamaña necedad.
¿No se titulaba el himno socialista por excelencia La Internacional? ¿Desde cuando la disgregación de las comunidades y el levantamiento de nuevas barreras entre los pueblos son parte del ideario socialista? ¿Qué tiene que ver el deseo de justicia y solidaridad -palabras con las que se llenarán la boca cada vez que les preguntes- con el de encerrarte en tu terruño y limitar la presencia y competencias de otros en lo tuyo?
El colmo fue una vez que se lo planteé a un chaval que me contestó sincero:"cuando tenga mi patria seré de izquierdas, ahora soy nacionalista", vamos, como quien dice "primero me haré rico explotando a imnigrantes ilegales, y cuando lo sea me indignará que les exploten".
Las naciones son el problema, y hacerlas nuevas cuando en paralelo avanzan procesos de asociación que permitirían superarlas en un futuro es como empeñarte en comprar una prenda inútil y pasada de moda, simplemente porque has estado ahorrando para ello y no te vas a echar atrás ahora.
La nación es un concepto obsoleto como los trenes a vapor o la curación por sangrías. Justifica unos gastos monstruosos a nivel nacional y mundial en ejércitos, provoca guerras, miseria y desigualdades bárbaras entre unas personas y otras por el simple hecho de estar a un lado u otro de una raya.
El nivel tecnológico de cada sociedad limita el tamaño que puede alcanzar manteniendo una estructura racional y eficiente. Los grupos tribales se bastan con un vocabulario limitado y legislación oral. Las grandes naciones requieren un cuerpo administrativo, comunicaciones e infraestructura para mantenerlas, y que podían solucionarse con una sencilla red de carreteras. El teléfono, la radio y demás adelantos nos han dado alcance hasta el mismo espacio exterior.
¿Puede haber un único gobierno mundial? Creo que si.
¿Solucionaría o mejoraría algo? Por favor. Solo lo ahorrado gracias al desmantelamiento de los ejércitos daría para acabar con el hambre en el mundo, buscar curas al cáncer y al sida, y aterrizar en Marte de propina.
Para mí la pregunta es por qué coño no se hace ya.
¿Debo entender como un avance en modo alguno que una región se acerque a su ideal nacional (o el de algunos de sus pobladores, no todos en absoluto? Y una mierda.
Unos pocos conseguirán salir en sus libros de historia, tener monumentos y calles con su nombre. Y ya está. Su opresión será más o menos la que ahora, pero tendrán sus propias placas de matrícula. ¿Como no vamos a solidarizarnos con su lucha?
Cualquier gilipollez se considera un ideal si se adorna con las palabras adecuadas. También los hay dispuestos a morir por su equipo de fútbol.
Agradecería algo de polémica tras escribir este ladrillo.