Stone Free
Si alguien ha recibido algo que parece una bola de papeles aplastada por un elefante, probablemente se trata de un regalo envuelto por mí.
Cómo pasa el tiempo, parece que fué ayer cuando escribí por última vez aquí... bueno, la búsqueda desesperada de regalos me ha tenido algo ocupado.
Hay un anuncio estos días en la tele que me ha llamado la atención. En este se muestran imágenes tomadas desde un vehículo en marcha, mientras una voz en off nos alecciona: "La gente habla de libertad, pueden creerse libres, alejarse, pero al final están atados a ese trabajo, esa casa, ese coche..."
Y al final, ¿qué te venden? Un coche. Manda cojones.
Y, no obstante, me hizo pensar.
(Cualquier cosa me hace pensar, pero casi ninguna por más de dos minutos).
Todo el mundo ha fantaseado alguna vez con "romper", más -supongo- a medida que uno crece y asume más y más cargas y responsabilidades.
Mandar a tomar por culo al jefe, venderlo todo y hacerte motorista errante, tocar la guitarra para los turistas en una playa paradisíaca, hacerte adiestrador de caballos en la Pampa...
Naturalmente, el realismo y aquello que sale de mezclar prudencia y cobardía nos acaban disuadiendo de realizar estas ensoñaciones. Pero, ¿y si nos atreviésemos?
Suponiendo que rompiésemos con todo para emprender una nueva vida, ¿sería esa nueva vida para tanto? Ser motero errante por una temporada es divertido, pero la gasolina, el seguro y los hostales/campings cuestan pasta. Probablemente la mafia local nos partiría la guitarra y las piernas en cuanto intentásemos ir por libre en su playa. Etc.
Ahora supongamos que, superando cualesquiera problemas iniciales, en general nuestra nueva vida es satisfactoria. ¿Nos establecemos? Lo sensato sería quedarnos en un lugar más o menos fijo, aprovechar lo conseguido... y comenzar de nuevo el ciclo de compromiso, sedentarismo y ataduras.
Pero podemos elegir el destino del nómada, mantenernos en movimiento, ver mundo... aún suponiendo que podamos superar los impedimentos económicos y administrativos, ¿de verdad soportaríamos por mucho tiempo el extrañamiento perpetuo que supone ese estilo de vida? ¿Tendríamos a todos nuestros amigos y familia en la distancia?
¿No hay modo de ser libre y feliz, entonces? ¿Siempre hay un compromiso, una renuncia?
Pues yo diría que si. Como animales gregarios que somos, la vida se nos antoja insoportable en soledad (al menos a la mayoría), y probablemente no hay libertad absoluta sin soledad absoluta. Y vivir en sociedad impone obligaciones.
Por otra parte, aunque a veces nos parezca que las cosas que nos atan no hacen más que eso, atarnos, algo nos dan para que aceptemos atarnos, porque casi siempre se nos permite elegir, ¿o no? Un techo bajo el que vivir nosotros y nuestra familia probablemente merece una hipoteca, la sanidad y demás servicios que necesitamos todos bien valen pagar impuestos...
Puede que la única libertad posible sea la de elegir las ataduras que hemos de soportar, el color de la cuerda o el nudo. Cortar amarras puede ser la liberación, o puede suponer perderse a la deriva.
Coño, qué tarde es.
Cómo pasa el tiempo, parece que fué ayer cuando escribí por última vez aquí... bueno, la búsqueda desesperada de regalos me ha tenido algo ocupado.
Hay un anuncio estos días en la tele que me ha llamado la atención. En este se muestran imágenes tomadas desde un vehículo en marcha, mientras una voz en off nos alecciona: "La gente habla de libertad, pueden creerse libres, alejarse, pero al final están atados a ese trabajo, esa casa, ese coche..."
Y al final, ¿qué te venden? Un coche. Manda cojones.
Y, no obstante, me hizo pensar.
(Cualquier cosa me hace pensar, pero casi ninguna por más de dos minutos).
Todo el mundo ha fantaseado alguna vez con "romper", más -supongo- a medida que uno crece y asume más y más cargas y responsabilidades.
Mandar a tomar por culo al jefe, venderlo todo y hacerte motorista errante, tocar la guitarra para los turistas en una playa paradisíaca, hacerte adiestrador de caballos en la Pampa...
Naturalmente, el realismo y aquello que sale de mezclar prudencia y cobardía nos acaban disuadiendo de realizar estas ensoñaciones. Pero, ¿y si nos atreviésemos?
Suponiendo que rompiésemos con todo para emprender una nueva vida, ¿sería esa nueva vida para tanto? Ser motero errante por una temporada es divertido, pero la gasolina, el seguro y los hostales/campings cuestan pasta. Probablemente la mafia local nos partiría la guitarra y las piernas en cuanto intentásemos ir por libre en su playa. Etc.
Ahora supongamos que, superando cualesquiera problemas iniciales, en general nuestra nueva vida es satisfactoria. ¿Nos establecemos? Lo sensato sería quedarnos en un lugar más o menos fijo, aprovechar lo conseguido... y comenzar de nuevo el ciclo de compromiso, sedentarismo y ataduras.
Pero podemos elegir el destino del nómada, mantenernos en movimiento, ver mundo... aún suponiendo que podamos superar los impedimentos económicos y administrativos, ¿de verdad soportaríamos por mucho tiempo el extrañamiento perpetuo que supone ese estilo de vida? ¿Tendríamos a todos nuestros amigos y familia en la distancia?
¿No hay modo de ser libre y feliz, entonces? ¿Siempre hay un compromiso, una renuncia?
Pues yo diría que si. Como animales gregarios que somos, la vida se nos antoja insoportable en soledad (al menos a la mayoría), y probablemente no hay libertad absoluta sin soledad absoluta. Y vivir en sociedad impone obligaciones.
Por otra parte, aunque a veces nos parezca que las cosas que nos atan no hacen más que eso, atarnos, algo nos dan para que aceptemos atarnos, porque casi siempre se nos permite elegir, ¿o no? Un techo bajo el que vivir nosotros y nuestra familia probablemente merece una hipoteca, la sanidad y demás servicios que necesitamos todos bien valen pagar impuestos...
Puede que la única libertad posible sea la de elegir las ataduras que hemos de soportar, el color de la cuerda o el nudo. Cortar amarras puede ser la liberación, o puede suponer perderse a la deriva.
Coño, qué tarde es.
7 Comments:
Interesante la reflexión a la que te lleva ese anuncio... y además compleja como nosotros mismos...cuando estamos atados a algo queremos soltarnos y cuando no tenemos a que estar atados nos desesperamos por encontrarlo...creo que siempre deseamos tener por unos momentos lo que no es nuestro...pero sólo sí tenemos la opción de volver atrás...si no preferimos quedarnos como estamos por si acaso...
A mi me llama la atención un anuncio, creo que es de un perfume, dónde una chica va paseando como si pisase en un suelo de cristal y ve el mundo bajo sus pies...eso sí que me gustaría a mí...ver el mundo desde fuera...ver el mundo como un espectador y que no me vean a mí...
Besos.Adios.
Helena
Hugo, me temo que has errado al elegir tu nick en el foro ACB, ya que lo que tú realmente desearías ser es Bernard, el hermano negro de Chris que, un buen día y llevado por el "inconsciente colectivo" de Carl Gustav Jung, apareció en Cicely montado en su motocicleta.
Supongo que a muchos se nos ha pasado por la cabeza romper con todo, soltar amarras e irnos a vivir a un sitio perdido en el que nadie nos conozca. Pero imagino que al tomar esa decisión perderíamos gran parte de nuestra identidad, al dejar atrás nuestros seres queridos y nuestra vida cotidiana. Gran parte de lo que somos y como somos se debe al "contexto" y estoy seguro de que sin el mío, yo sería otra persona diferente.
En cualquier caso, si algún día desaparezco completamente (no del foro, del cual ya estoy más que desaparecido) sin noticia alguna, me perderé en cualquier lugar de Francia o Noruega, lugares donde he llegado a encontrar una curiosa vinculación cósmico-existencial (si es que existe este concepto) que me hacía sentirme como en casa (o mejor aún que en casa) sin razón aparente.
Un saludo,
Valdis.
¿No era "subconsciente colectivo"?
Diría que todo colectivo es esencialmente inconsciente.
Un saludo, Helena y Valdis.
Recuerdo que cuando estudié la asignatura de Historia de la Ciencia en la carrera el profesor nos comentaba que la revolución neolítica consistió precisamente en eso: en renunciar a una vida libre en el bosque, yendo de un sitio a otro por una vida atada a un campo o una granja, trabajandod e sol a sol, pero a cambio de tener la seguridad de comer todos los dias (lo que la biblia describe como la expulsión de paraíso para pasar a tener que "ganarse el pan con el sudor de su frente).
Lo cierto es que después de ese cambio, no nos hemos vuelto atrás, y es que la libertad es importante, pero comer todos los días lo es más.
Y es que esas ataduras que el anuncio comenta (por cierto, me provoca una sensación de manipulación casi indecente), son precisamente las que nos gustan, por eso mantenemos nuestras ataduras: no queremos alejarnos de según que gente o según que cosas porque estamos bien con ellos, es decir porque nos proporcionan algo de felicidad.
Un Saludo
defensor
P.D. Como llevas el traspaso a Linux?
No, Hugo, lo que sostenía Carl Gustv Jung era la idea de la existencia de un inconsciente colectivo formado por arquetipos o sensaciones primordiales inconscientes que se va formando un individuo a lo largo de su vida y que lo conectan con la masa, como si de una serie de "intuiciones" se tratase. La naturaleza de estos arquetipos no es nueva, pues Jung tomó la idea de Platón. Lo que sí aportó como novedad es que esos arquetipos forman un todo común, que él denominó como inconsciente colectivo, y que sus trazas podían encontrarse en manifestaciones simbólicas como la mitología, la religión, u otro tipo de relatos o leyendas.
No sé si George Dumézil pensó en la teoría de Jung para formular su tesis tripartita sobre la división de funciones en los panteones antiguos: las soberanas y religiosas (ámbito espiritual); las guerreras y las económicas (la fecundidad), unas funciones que tampoco parecen muy alejadas de la clasificación que allá por el siglo XI estableció Adalberón de Laón en oratores (los que rezan), bellatores (los que luchan) y laboratores (los que trabajan), pero desde luego, parece existir una vinculación clara entre la teoría duméziliana, común a tantas culturas indoeuropeas y la del insconsciente colectivo de Jung.
Al menos yo lo veo así, pero no sé qué pensaréis los demás xD
Saludos,
Valdis.
Me lo has quitado de la boca. :D
Ah, Defensor, lo mio, más que una migración, es un breve retiro, o unas estancias cortas en las que aprovecho para ir instalando la fontanería, pintar la fachada... Migración es un término algo prematuro aún.
He tenido serios problemas solo para la instalación. Seguro que ese aspecto del Linux ha desanimado a más de un advenedizo. Otra cosa no, pero Windows lo pone muchísimo más fácil. Pese a ello, no desespero de hacerme con ello, aunque últimamente no me he puesto mucho.
Un saludo a todos. Me hincho vanidoso cual sapo al ver la categoría de mis visitas. 8)
Jolín...pues yo también me hincho por ti y por mí...a mí no me han quitado ni una palabra de la boca...hubiese sido incapaz de contar todo eso...
Besos.Adios.
Helena
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