Hugo y yo

La culpa es de la sociedad.

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Lugar: En las Nubes (Alcalá de Henares), Madrid, Spain

29.11.04

Only The Lonely

Sigue siendo complicado dar con algo que valga la pena escribir aquí.

Bueno, he celebrado otro cumpleaños en la familia, el de mi hermano David (¡Felicidades!), comienzo con pavor y pies de plomo a iniciarme en Linux, Ana tiene ya echada su solicitud y está a la espera de que le digan qué plaza le han concedido, y en el trabajo se han confirmado mis peores temores: no me han echado.

Así que, a falta de algo de realidad, voy a desvariar un poco.

Nunca he tenido problemas para estar solo, a mi aire. A veces he pasado incluso más tiempo de la cuenta así. He ido al cine solo, he pasado dias enteros sin hablar con nadie, y todo ello sin pasar por una crisis personal ni verme aislado en un país extranjero. Simplemente, supongo que la soledad me afecta menos que a otros.

Quizá por ello no me horroriza tanto como a mucha gente la idea de verme aislado, totalmente a solas, como un Robinson Crusoe cualquiera. O quizá es el trato con otras personas que impone mi trabajo lo que puede hacer que la noción del aislamiento absoluto cobre atractivo. No es que piense que podría pasar por la experiencia tan campante y sin volverme medio majara, como Tom Hanks en Náufrago, pero quizá solo hablaría con mi pelota de voleibol lo justo para preguntarle qué quiere de cenar o si cree que va a llover.

Recordé esta pequeña reflexión al ver que daban Náufrago el otro dia por la tele (no la ví, es algo aburrida). Sin ser experto en la materia (ni en esa ni en otra, la verdad), sí parece ser verdad que las personas que se ven aisladas de todo ser humano desarrollan delirios del tipo del Robinson Hanks. Hablar con objetos inanimados, escuchar voces y eso. Lo que disiparía toda duda acerca de la naturaleza gregaria de la especie, en primer lugar.



Por otra parte, me lleva a pensar en la necesidad de un entorno humano para la formación de una personalidad,
y su influencia en el desarrollo de la misma. Las sociedades suponen para un individuo diversas e importantísimas ventajas, pero su efecto sobre el ego solo puede describirse, inicialmente, como represivo. La vida en sociedad impone necesariamente el plegarse a una serie de normas y convenciones (desde las más elementales, como el lenguaje, a las complejas leyes que nos gobiernan), que fuerzan al sujeto a renunciar a mucho de lo que podría desear.
Como quiera que la mayor parte de los roces sujeto-sociedad se producen durante la infancia, el desarrollo conlleva no solo un aprendizaje, sino la asunción profunda del qué y el porqué de las renuncias a que se somete.
El hombre aprende, se adapta al entorno como el agua a su recipiente, hasta el punto en que muchos de los deseos insatisfechos del pasado se olvidan o se vuelven inaceptables para el adulto educado y maduro (algunos nunca terminan de aceptar que no siempre han de hacer lo que les sale de los cojones, claro).

Vamos, que la vida en sociedad es un rollo. Por eso mismo, el separarse de ella bien podría ser la mayor bendición para las personalidades más rebeldes. ¿Es así? Apuesto a que no.
Hay una razón por la cual a los presos más problemáticos, en buena parte del mundo, se les aplica el castigo el aislamiento. Hay un punto de absurdo en la prisión dentro de la prisión en que se encierra al preso, y que, siguiendo el hilo de la teoría precedente, sería como una doble negación que equivaldría a la libertad: sin nadie cerca, el espíritu es más libre que nunca (aunque el cuerpo no pueda salir de la celda). El recipiente se rompe y el agua fluye libremente.
Sin embargo, los espíritus sometidos a este procedimiento no hallan plenitud, sino que se desmoronan. El aislamiento se conoce como un método eficaz para doblegar y aborregar a los más indomables.
Tal vez el agua necesita del recipiente, por mucho que se sienta constreñida mientras permanece en él. Mientras éste le da forma sueña con las muchas maneras en que podría fluir, reposar, evaporarse... y piensa que si no las ejecuta es porque es prisionera de lo que la contiene. Y cuando se desprende del recipiente descubre que servía para algo más que aprisionarla. Seguramente muchos creemos que tenemos personalidades formadas y consistentes, pero, ¿seríamos lo bastante sólidos para mantenerlas por nosotros mismos?
La mente se nutre de intercambio con otras mentes.Un espectro de personas con quienes intercambiar impresiones pobre y escaso de variedad derivará seguramente en un sistema intelectual igualmente pobre, igual que una población endogámica acaba produciendo individuos que reúnen todos los defectos de sus antecesores. Un contacto habitual con múltiples personas de distintos pareceres contribuye a ampliar miras y enriquecer a la persona.
Y la mente aislada de todo intercambio y completamente reconcentrada en sí misma acabará siendo tan infértil y desesperada como el último dodó.


Otro dia más.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Interesante reflexión Hugo...si al final te va a venir bien trabajar...jaja...
Claro que podemos vivir en soledad...todo el mundo puede hacerlo...pero entonces para qué o para quien vives?...para ti...para crecer en soledad...para discutir contigo...para reirte solo...para llorar solo...todo esto no vale para nada si no lo compartimos con los demás...de que ibas a discutir...por qué ibas a llorar...quién te iba a poner tus ideas en duda...cómo ibas a mejorar o a crecer como persona?...todo eso lo hacemos por que compartimos más o menos nuestro mundo con los demás...si no tenemos un mundo alrededor que nos ayuda o nos obliga a vivir no merece la pena...
O tú podrías pasar la vida con las ideas que tienes en tu mente para siempre?...NO...no llegaron hasta ahí por sí solas...y no seguirán o se desarrollaran tampoco sólo con tu ayuda...
Besos.Adios.
Helena

11:34 a. m.  
Blogger Unknown said...

Hombre eso de estar sólo durante unos días creo que lo hemos hecho todos los que por a o por b hemos estudiado o hemos vivido fuera de casa con compañeros que los fines de semana se iban a sus casas. Yo lo soporto bien, pero con la televisión o la radio encendida. Que haya vida en la casa, aunque la traiga la tecnología.

11:24 p. m.  

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