Smalltown
Ay, el trabajo, qué mal me trata. Y tener que ocuparme de la casa estos dias (mi madre está fuera) no ayuda nada. Entenderéis que no pudiera escribir si no quería ver recortado mi tiempo de no hacer nada.
Como dice mi DNI, nací en Barcelona, pero mis padres eran de sendos pueblos de León. Mis recuerdos de infancia están poblados de imágenes de viajes interminables Barcelona-León en coche (hace 20 años, sin autovías ni aire acondicionado, la cosa tenía tela).
De Barcelona me queda poco más que nada, pero de esos dos pueblos sigo reteniendo mucho. En parte porque no he dejado de acudir alguna vez cada año (sobre todo al de mi madre)
Durante mucho tiempo (mi infancia) ir al pueblo era uno de los acontecimientos del año: allí podía montar en bici, corretear por el campo, observar animales salvajes, bañarme en el rio...
Luego vino un tiempo en que ir al pueblo se convirtió en una pesadez a la que me sometía obligado por mis mayores: allí no tenía amigos (un pueblo muy pequeño es lo que tiene), carecía casi por completo de los entretenimientos que la vida moderna proporciona, y la vida campestre había perdido para mí casi todos los enormes atractivos que puede tener para un chaval. Además, la pérdida de la condición de niño me supuso empezar a acomodarme a las normas y las exigencias de los mayores, que en el pueblo se hacen aún más engorrosas (siempre había un familiar lejano al que debía causar buena impresión, etc.).
Ahora, más adulto y autónomo, aprecio los viajes al pueblo en mayor medida. Será otro síntoma de que uno se hace viejo, pero a veces creo recordar las cosas que lo hacían fascinante en mi niñez. Y es indudable que la campiña leonesa tiene su gracia, en especial si uno vive todo el año en la puta meseta central, donde lo más parecido a un paraje agreste son las obras.
El caso es que la tierra de mis mayores ha sido la única constante geográfica de mi vida, y eso debía dejar huella.
Mi padre me dijo una vez que un dia me daría cuenta de las raíces que tengo en esta tierra. No le tomé en serio.
Por esa vez, tenía razón.
Cuando perdí a mi abuelo el pasado verano reflexioné (entre otras cosas, claro) sobre la extraña relación de mi generación con la tierra de sus ancestros. Soy uno de los millones de hijos de la inmigración de mediados del pasado siglo en España, esos nacidos entre los 60-70 en las grandes ciudades a las que sus padres huyeron desde el campo cual estampida de ñus.
Muchos de nosotros tenemos el pueblo. Ese lejano paraje al que nuestros padres nos arrastraban de pequeños, que se convirtió en el escenario de las primeras borracheras y unos cuantos desvirgamientos, del cual intentamos huir tan pronto como se nos antojó pasar un verano por nuestra cuenta, y al que muchos hemos acabado volviendo por aquello de la cabra y el monte. En cierta manera supone un éxito de nuestros padres el haber evitado que se abriera una sima cultural, además de geográfica, entre sus padres y sus hijos.
Es reconfortante pensar que las amarras nunca se rompieron del todo. Me pregunto qué sería de mis raíces si no contase con el pueblo allá en la lejanía. Mi contacto con la tierra catalana se extinguió hace mucho, y Alcalá está bien, pero, joder, ¿donde podría ir cuando necesitara huir de la vida moderna o la justicia?
Supongo que si no tuviera raíces las buscaría.
¿No llevo una temporada escribiendo cosas demasiado serias? Mierda, otro síntoma de vejez...
Como dice mi DNI, nací en Barcelona, pero mis padres eran de sendos pueblos de León. Mis recuerdos de infancia están poblados de imágenes de viajes interminables Barcelona-León en coche (hace 20 años, sin autovías ni aire acondicionado, la cosa tenía tela).
De Barcelona me queda poco más que nada, pero de esos dos pueblos sigo reteniendo mucho. En parte porque no he dejado de acudir alguna vez cada año (sobre todo al de mi madre)
Durante mucho tiempo (mi infancia) ir al pueblo era uno de los acontecimientos del año: allí podía montar en bici, corretear por el campo, observar animales salvajes, bañarme en el rio...
Luego vino un tiempo en que ir al pueblo se convirtió en una pesadez a la que me sometía obligado por mis mayores: allí no tenía amigos (un pueblo muy pequeño es lo que tiene), carecía casi por completo de los entretenimientos que la vida moderna proporciona, y la vida campestre había perdido para mí casi todos los enormes atractivos que puede tener para un chaval. Además, la pérdida de la condición de niño me supuso empezar a acomodarme a las normas y las exigencias de los mayores, que en el pueblo se hacen aún más engorrosas (siempre había un familiar lejano al que debía causar buena impresión, etc.).
Ahora, más adulto y autónomo, aprecio los viajes al pueblo en mayor medida. Será otro síntoma de que uno se hace viejo, pero a veces creo recordar las cosas que lo hacían fascinante en mi niñez. Y es indudable que la campiña leonesa tiene su gracia, en especial si uno vive todo el año en la puta meseta central, donde lo más parecido a un paraje agreste son las obras.
El caso es que la tierra de mis mayores ha sido la única constante geográfica de mi vida, y eso debía dejar huella.
Mi padre me dijo una vez que un dia me daría cuenta de las raíces que tengo en esta tierra. No le tomé en serio.
Por esa vez, tenía razón.
Cuando perdí a mi abuelo el pasado verano reflexioné (entre otras cosas, claro) sobre la extraña relación de mi generación con la tierra de sus ancestros. Soy uno de los millones de hijos de la inmigración de mediados del pasado siglo en España, esos nacidos entre los 60-70 en las grandes ciudades a las que sus padres huyeron desde el campo cual estampida de ñus.
Muchos de nosotros tenemos el pueblo. Ese lejano paraje al que nuestros padres nos arrastraban de pequeños, que se convirtió en el escenario de las primeras borracheras y unos cuantos desvirgamientos, del cual intentamos huir tan pronto como se nos antojó pasar un verano por nuestra cuenta, y al que muchos hemos acabado volviendo por aquello de la cabra y el monte. En cierta manera supone un éxito de nuestros padres el haber evitado que se abriera una sima cultural, además de geográfica, entre sus padres y sus hijos.
Es reconfortante pensar que las amarras nunca se rompieron del todo. Me pregunto qué sería de mis raíces si no contase con el pueblo allá en la lejanía. Mi contacto con la tierra catalana se extinguió hace mucho, y Alcalá está bien, pero, joder, ¿donde podría ir cuando necesitara huir de la vida moderna o la justicia?
Supongo que si no tuviera raíces las buscaría.
¿No llevo una temporada escribiendo cosas demasiado serias? Mierda, otro síntoma de vejez...
16 Comments:
O síntoma de madurez y responsabilidad....yo mis raíces las tengo cerca de donde vivo así que no tengo ese problema y me pasó como a ti de pequeño siempre quería ir y cuando se murieron mis abuelos siendo adolescente volvieron las ganas de volver a ir tras unos años de no querer...que malo es ser autónomo (mi padre lo es xD)solo quita tiempo para los demás y lo demás
A mi una de las cosas que más rabia me daba de pequeño era el no tener pueblo... Todos mis amigos se íban en verano y yo me quedaba en barcelona más sólo que la una (y eso de que mis abuelos también era emigrantes pero ellos por alguna razón que nunca sabré nunca quisieron volver al pueblo).
Con el tiempo, pues aprendes a vivir sin él... y ahora mismo pues como me la repampimfla tenerlo o no.
Seguramente sí me hubiese tenido uno... ahora bien, no he vivido peor por no tenerlo.
Pero tienes unas raíces, Alex, estén donde estén. Que sea en tu casa o a 1000 km. no cambia mucho las cosas.
Y tienes la ventaja de poder elegir "tu pueblo" si quieres uno. Algo cerca de la costa, en la montaña o en otro país si te sale de allí.
Un saludo.
Mi pueblo...la verdad es que sigo viviendo en mi pueblo...a unos 500 mts de la casa dónde me críe...
Pero nada en mi pueblo es como era antes...sólo la gente.
Mi pueblo está dividido en dos por una maravillosa carretera nacional...a ambos lados tenemos barrios de pueblo...tranquilos...y de antes con sus cuadras y sus vacas...Éstas son las primeras que empezaron a desaparecer...casi todos eran trabajadores y luego dedicaban su escaso tiempo al ganado...ahora la mayoría están jubilados y se dedican al fútbol y las cartas en el bar.
Grandes recuerdos tengo de aquellos años de niñez...pero no me pasa como a tí que vuelves al lugar y todo te recuerda a tu infancia...Yo recuerdo cuando era niña y emitían La Casa de la Pradera...abría la ventana y miraba hacía arriba...veía la misma pradera por la que aquellas niñas corrían...era igual...Ahora miro por esa misma ventana y veo una autopista a 20 metros de la ventana.
Recuerdo jugar por un gigantesco desgüace que estaba a unos metros de la casa...la cantidad de escondites que teníamos por allí montados...Ahora hay una maravillosa urbanización privada...construída principalmente para la gente que se quedaba sin casa por la autovía.
Aquella calleja por la que bajabamos sin frenos en las bicis hasta que nos parase el bardal...la de tortazos que me llevé...Ahora está asfaltada y tienes que mirar para ambos lados y evitar los coches...aún escasos...pero al tiempo.
El enorme prado que el amigo Polo sólo venía a segarlo un par de veces al año y no le molestaba que se lo pisoteasemos cogiendo campanillas...Ahora si te fijas ves el patio de un colegio que construyeron ahí.
Y así podría seguir...no queda nada de aquel pueblo...sólo la gente y cada vez menos...aparecen otros nuevos...pero esos no son de mi pueblo.
P.D. a cambio de la urbanización privada nos construyeron una pista de basket estupenda...dónde acababamos las noches en las que ya no teníamos edad para jugar al escondite...
Besos.Adios.
Sí la del anterior soy yo...
Él que debería tener un blog es G Vázquez...por cierto no te habrá pasado su historia inacabada???
Besos.Adios.
Helena
No, y mira que le hice la pelota. Yo también espero que él u otros ilustres como Defensor, Valdis Valters o Matthau se animen y creen su blog. Así se leerían cosas más interesantes que las que escribe Toperro, por ejemplo.:D
Jolín Matthau...cuánto le hecho de menos...qué sabes de él?...ha arreglado sus problemas con Auna o está pensando en algún boicot???
Besos.Adios.
Helena
Su lio era con Wanadoo. Y no, no sé nada, ahora se vé que entra al foro una vez cada 2 semanas, con suerte.
Si se ha hartado y ha decidido pasarse a Telefónica u otro operador, le tendrán colgado durante un par de meses, entre el fin de su relación con Wanadoo y que le sirvan su nueva conexión. Mi ADSL tardó casi dos meses en llegar (aunque a otros les tarda 3 días, puedes tener suerte en eso).
Oye algún día puedes volver a Barcelona. Además eres culé, y eso te hace estar más relacionado con la siudá.
Oye algún día puedes volver a Barcelona. Además eres culé, y eso te hace estar más relacionado con la siudá.
Pues no entres en mi blog a leer follonero xDDD, ya decía yo que tenías mucho de cazurro...autónomo así me gusta que pagues IVA cada 3/4 meses, más impuestos que nadie y trabajes mas horas que un burro xDDD te lo tienes merecido por patán.
Me has entendido mal, Toperro, no soy autónomo en mi filiación a la Seguridad Social, lo soy de tener más independencia, movilidad, etc. que a los 15 años, por ejemplo.
Y no tengo nada contra tu blog, pero... bueno, a veces uno gustaría de estímulos más elevados, supongo que lo entiendes.
De hecho, entras en este por eso, ¿no? XD
Entro en este para bajar a ver como escribe el pueblo llano, que un día creían escribir como los que estamos arriba pero desgraciadamente nunca será así :)
¿A qué llamas tú estímulos elevados? Puedo hablar de cualquier tema, estoy abierto a sugerencias "elitista" :P
¿Un blog propio? O_o
No, gracias. No sabría qué escribir en él, y tampoco creo que interesase a mucha gente. Ya tengo poco tiempo y no me gustaría perder más en otra cosa que me "enganche".
Me basta con leer los vuestros ;)
Valdis.
No se hace por lo que pueda interesar a otros, Valdis (aunque sí es verdad que si no recibes visitas ni respuestas enseguida te puedes frustrar). Al menos no es mi caso. Mi idea era escribir, sin más, de lo que me rotase en cada momento. ¿Crees que me preocupa que mis posts le interesen al vulgo? :P
Y estoy seguro de que no te costaría escribir cosas que valgan la pena.
Un saludo.
Tienes razón, Hugo. Imagino que la razón principal de la mayoría de los que tenéis un blog es la de poder dar rienda suelta a cosas que necesitais o deseais escribir.
En cuanto a lo del feedback, he visto bloggers que abandonaban el suyo porque no encontraban visitas o respuestas suficientes, quizás porque no publicitaban el suyo lo bastante, o porque no interesaba a nadie lo que allí escribían.
Si yo me lanzase a escribir un blog en el que tuvieran cabida los visigodos y el cine mudo, por poner dos ejemplos de cosas que me fascinan, no creo que estuviese entre los más populares xD
Pero, ¿quién sabe? Quizás algún día tenga algo de tiempo y te pida consejo para inagurar el mío. Supongo que la libertad de elegir lo que quieres escribir en él y deseas compartir con los demás debe ser excitante.
Un saludo,
Valdis.
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