Palabras Mas, Palabras Menos
Escribir es algo curioso. El acto de plasmar sobre papel (o HTML, tanto da) las cosas que a uno le pasan por la cabeza tiene el efecto de fijar. Los pensamientos volátiles y difusos cobran volumen y masa al plasmarse con palabras. Lo momentáneo se viste de durabilidad, y con suerte se puede hacer eterno.

Y lo asombroso es la retroactividad que alcanza ese efecto. A menudo encuentro que las ideas poco claras sobre las que empiezo a escribir se han clarificado, mejorado y extendido tras haber escrito sobre ellas.
Leí algo al Sr. Unamuno parecido a esto, acerca de la diferencia entre meditar sobre algo y razonarlo y discutirlo con una contraparte humana y racional. Lo que no se expresa en voz alta no es reflexión, sino divagación, y rara vez lleva a ninguna parte. Y el proceso intelectual de discusión permite apuntalar y refinar los conceptos con mucha más eficacia que muchas horas de paja mental (Unamuno no usó estas palabras, o al menos no las escribió).
Esa cualidad asombrosa es lo que, probablemente, nos empuja a muchos a consolidar nuestras divagaciones por medio de la magia del verbo. Y la inmensa utilidad del blog es la motivación adicional que aporta al escribiente, al dotarle de una audiencia y respuesta potencialmente ilimitada. Probablemente nunca hubiera iniciado un diario íntimo para esto, pero el blog se arranca en cualquier momento por simple curiosidad, y se continúa si se tiene algo de ánimo, feedback y algo que decir, por absurdo que sea, todo lo cual puede llevar al autor mucho más lejos (siempre en términos metafísicos) de lo que se pretendía.
No, no sé por qué he puesto esa imagen.

Y lo asombroso es la retroactividad que alcanza ese efecto. A menudo encuentro que las ideas poco claras sobre las que empiezo a escribir se han clarificado, mejorado y extendido tras haber escrito sobre ellas.
Leí algo al Sr. Unamuno parecido a esto, acerca de la diferencia entre meditar sobre algo y razonarlo y discutirlo con una contraparte humana y racional. Lo que no se expresa en voz alta no es reflexión, sino divagación, y rara vez lleva a ninguna parte. Y el proceso intelectual de discusión permite apuntalar y refinar los conceptos con mucha más eficacia que muchas horas de paja mental (Unamuno no usó estas palabras, o al menos no las escribió).
Esa cualidad asombrosa es lo que, probablemente, nos empuja a muchos a consolidar nuestras divagaciones por medio de la magia del verbo. Y la inmensa utilidad del blog es la motivación adicional que aporta al escribiente, al dotarle de una audiencia y respuesta potencialmente ilimitada. Probablemente nunca hubiera iniciado un diario íntimo para esto, pero el blog se arranca en cualquier momento por simple curiosidad, y se continúa si se tiene algo de ánimo, feedback y algo que decir, por absurdo que sea, todo lo cual puede llevar al autor mucho más lejos (siempre en términos metafísicos) de lo que se pretendía.
No, no sé por qué he puesto esa imagen.
2 Comments:
Pues claro que tienes razón...( tres puntos ;))y eso es lo que me cuesta a mí...tengo una idea clara y cuando la quiero exponer me cuesta estructurarla...claro que según lo voy haciendo van apareciendo más dudas...más ideas...y al final algunas veces consigo aclararme yo misma y hasta que me entiendas los demás...
Besos.Adios.
Pues a mí la foto me gusta lo que me pone nerviosa es el reloj...jaja
Gracias por darme la razón. Que es lo único que te dan cuando ya tienes.
Eso y el dinero, y el sexo...
Por cierto, Helena, quité el relojito este fin de semana.
Y, Mitch, no había visto tu post geométrico hasta esta mañana. Aunque no sería la primera gran coincidencia del dia: esta mañana he mirado el blog del Misionero y me he quedado patidifuso.
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