Hugo y yo

La culpa es de la sociedad.

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Lugar: En las Nubes (Alcalá de Henares), Madrid, Spain

29.4.05

Simple Pages

Tengo otra vez la espalda chunga, me están mareando cosa mala en el trabajo... menos mal que llega este estupendo puente que pienso pasar con Ana en la sierra.

Pero debo dejarle algo a mi escasa pero fabulosa audiencia antes de largarme, supongo, ¿no?, así que tengo que ponerme a escribir algo.

Venga, una cosa rapidita.

Va, que sea breve, ingenioso y sin ofender a nadie.


...joder, ¿qué?

Voy a ponerme un café a ver.

¿Una continuación del tema "Loser"? No, los comentarios ya han estirado la cuestión lo suficiente.
¿Una nueva disertación sobre la estética, aprovechando que mi experiencia con el restyling de El Misionero me ha devuelto el tema a la mente? La verdad, no creo que haya aprendido nada desde la última vez.
Podría poner fotos de tías. Pero este es un blog serio, no como el del Pistolitas.
O quejarme de que Matthau o Nino no tengan su blog... pero, cuando tengan los suyos, ¿quién escribirá en el mio?
Comentar algo la actualidad... eso funciona solo en dosis moderadas. Y, para hablar de lo que ya se debate en el foro, casi que paso.

Mierda, no se me ocurre nada. Que no.

¿Será posible que no haya nada de lo que escribir? Mira que es sencillo, si hasta Jiménez-Losantos lo hace a diario...

En fin, tendré que rendirme. A no ser...

¿El vértigo de la página en blanco?

23.4.05

Loser

Siempre ha habido gente con más talento, capacidad de esfuerzo, o mera suerte, que otra. Ha habido algunos raros, excepcionales, casos de talento tan inmensamente superior que ha negado la misma posibilidad de la duda. Y, por desgracia para ellos, ha habido quienes han tenido que coincidir en el espacio, tiempo y mercado con esos talentos arrolladores.

Hugo Producciones presenta: Algunos de los más ilustres segundones de la historia.



Antonio Salieri, compositor (1750-1825)

La película Amadeus, que narra la historia de su relación con Mozart, retrata perfectamente, ya de paso, el drama de que va este post: la envidia y el dolor de los buenos cuando se han de enfrentar a los genios. A Salieri le tocó Mozart, casi ná. Pobre capullo. Pese a que triunfó en su momento a base de buenas relaciones en la corte vienesa, para la historia ha quedado como el perdedor que cerró el paso al mayor genio musical de todos los tiempos.



Daniele da Volterra, il Braghettone, pintor y escultor (1509-1566)

Mayormente, este tio es el que le limpiaba los pinceles y le subía el botijo a Miguel ángel mientras este pintaba el techo de la Capilla Sixtina. No es que careciese de talento el hombre (se le reconocen obras como La Matanza de los Inocentes o ... el busto de Miguel Ángel basado en su máscara mortuoria), pero no solo ligó su carrera a la del gran genio renacentista, sino que su obra más conocida es nada menos que los calzones que, por encargo eclesial, habían de tapar las partes pudendas de las sacras figuras de la Capilla Sixtina. Hay peores maneras de pasar a la posteridad, pero desde luego también las hay mejores que hacerlo por mutilar una obra maestra del arte universal, y recibiendo un apodo ridículo a cambio.



Raymond Poulidor, ciclista (1936)

¿Segundón? Este hombre prácticamente inventó la palabra. Un fenomenal ciclista que fue a caer entre la sartén y el fuego, o sea, entre la era Anquetil y la era Merck. Ocho podios en el Tour de Francia, nunca como ganador. Ni siquiera se le concedió nunca el privilegio de vestir el maillot amarillo. Si es que hay gente de quien el destino parece reirse. Al menos él ha sido siempre querido y célebre precisamente por eso, por su infortunio. A todos los deportistas perdedores se les achaca ya el "síndrome Poulidor".

Tener un talento mínimo o ninguno en absoluto supone una retirada temprana, cómoda y bastante indolora (a no ser que estemos hablando de boxeo). Tener un gran talento que te permita ser de los buenos es estupendo, pero te ubica en las proximidades del genio. Y es ahí donde la comparación es dolorosa, donde hace sombra el gigante.

Los grandes de cualquier disciplina hacen mejores a quienes se enfrentan a ellos, abren el paso, dan la medida de la excelencia, empujan a otros a superarse... pero cuanto más cerca se les tiene, más probable es acabar descubriendo cómo han crecido tanto: devorando a gente como tú. Comen y cagan a sus rivales, que para la historia quedan como la materia que les alimentó y poco más.

20.4.05

Sheep

De entre las muchas perlas sobre Benedicto XVI que cabe rescatar, una me llama la atención: "El cristiano es una persona simple, y los obispos deben defender a la gente sencilla frente al poder de los intelectuales".
Cualquiera diría que un brillante teólogo como él carece de ese poder... pero no quiero enrrollarme hablando de el Papa, sino de esa peculiar idea de la inteligencia como instrumento del Mal.

No hay que ser muy avispado para apreciar que la criatura que nos expulsó del Paraíso y que encarna la maldad en nuestra cultura cristiana -sí, la serpiente- es en muchas otras culturas un símbolo de sabiduría y astucia. La asociación parece que viene de antiguo.



Es un lugar común en la literatura épica y sus remedos modernos (cine, cómics) que el Bien tenga la forma de un caballero recio, musculoso y de mandíbula cuadrada, mientras que el papel de pérfido gran visir, traidor, cobarde o, simplemente, el malo, se reserve a un sujeto pequeño, de mirar torvo y pelo grasiento, que hace del engaño y la treta sus armas para lograr sus malévolos fines.

Al fin y al cabo, nada hay más valeroso y, por lo tanto, noble que la acción directa, el atacar de frente, la simple, obvia y por lo tanto honesta fuerza bruta. En cambio, la maquinación, la astucia, el engaño, son las armas del cobarde. O eso se nos enseña.
Normal, entonces, que haya quien pretenda sacar tajada de este atávico recelo hacia quienes son más listos que nosotros, por medio de prevenir al vulgo contra las malintencionadas élites intelectuales. Aunque quien lo haga no sea sino otra élite intelectual. El caso es ser el primero en presentarse como el adalid de la buena gente sencilla a quien la otra parte pretende llevarse al huerto.

En el plano de las ideologías, creencias y costumbres, el orden establecido tiene la enorme ventaja que supone la inercia de las gentes. Los movimientos inmovilistas (toma ya) se presentan como el camino, lo probado y seguro, lo que te enseñaron tus mayores, que eran buena gente sencilla de tiempos mejores y más sencillos que estos, y su mejor argumento, en definitiva, es que no han causado el fin del mundo, cosa que no puede decirse aún de lo nuevo, lo alternativo, lo revolucionario, y para qué arriesgarse.

Y quienes participan de esta visión de las cosas pueden hallar sorprendente que haya individuos capaces de cuestionar el viejo y buen sistema. De ahí que lo achaquen, paternalmente despectivos, al engaño de que han podido hacerles víctimas unos malévolos intelectuales, sin duda aprovechándose de las pocas luces que el vulgo en general tiene.
Y, de paso, ofrecen una excusa excelente a quienes, efectivamente, carecen de luces o apertura de miras para revisar sus posiciones.

Iba a decir algo más, pero ya estoy en blanco otra vez. Ale, a estudiar, cagüen la leche.

19.4.05

Papa Don't Preach




La jodimos.

Eso si, sin condón.

13.4.05

Kiss The Bride

Sara se nos casa.
Enhorabuena, prima.

Dedicated Follower Of Fashion

Detesto ir de compras. Al menos compras de ropa. Me aburre cuando acompaño a otras (con "a") personas que están buscándose algo, y me frustra cuando busco algo para mí. Será que nunca he sentido la necesidad de probarme más de dos prendas (una que me guste, y la misma en otra talla) antes de adquirir. No soy nada maniático de la ropa.

Pero cuando voy a comprarme algo (o cambiar alguna cosa que no me vale, como ha sido el caso reciente), por lo menos espero poder liquidar la operación con rapidez y facilidad: entrar, localizar, probar, escoger y salir, a ser posible sin dejar testigos y que parezca un accidente.
Y cuando uno acaba de entrar con ambos pies en su cuarta década de vida, le irrita más todavía no conseguir ropa de su talla. Y no es que mi talla sea excesiva (mido un robusto 1'70), ni buscara nada excepcional (camisas o camisetas) ni estuviésemos de rebajas.



Pues bajo esos sencillos parámetros, en una tienda de moda para las masas (Zara) NO TENÍAN ROPA DE MI TALLA, ¡JODER!. Sus camisas y camisetas XL no me entran, ¡y no tienen más tallas! Están locos estos gallegos.
Bueno, parece una ocasión excepcionalmente oportuna para iniciar la "Operación Flotador" y comenzar un régimen de frugalidad norcoreana. De momento creo que voy a volver a hinchar el balón, y si no estoy agotado tras eso, iré a jugar a baloncesto un rato por las tardes.

Las cosas que hacemos por la vanidad. Ejercicios, peluquería, ropas caras, innecesarias e incómodas, maquillajes, depilaciones, cirugía...
Y más allá de lo referido al aspecto físico, hacemos otras muchas cosas motivadas en una proporción notable por la vanidad, lo reconozcamos o no. Lo que otros piensen o puedan pensar de nosotros no debería importarnos (salvo cuando hablamos de obtener un crédito, un trabajo...) si no fuera por eso que, en última instancia, es vanidad.
No solo cosas bastante inocuas, como ir a ver una película solo porque todos la ven y comentan, aunque no te apetezca, ocultar a tus compañeros del cineclub que disfrutas con las pelis de Paco Martínez Soria, o ponerte unos zapatos diseñados por un torturador porque combinan mejor con el resto de tu ropa.
También decisiones serias, como dar la espalda a alguien porque su imagen no le hace popular, elegir una carrera y una trayectoria por el reconocimiento que comporta pese a que preferirías otra, lanzarte a actividades insalubres o arriesgadas solo para impresionar a amigos...
Y todo es vanidad, que diría Javier Krahe.
Seguro que el tema da para profundizar, pero espero que me ahorreis ese trabajo con vuestros comentarios. Yo me voy a ver si adelgazo mirando Eurosport.

P.D.: la foto es un regalito para las fans de Robbie Williams, como Zirtaeb o Iñaki, que pasan por aquí. De nada.

11.4.05

So Young

¿Que por qué dejo el foro?

Bueno, llevo un tiempo pasando mucho tiempo en esa localización virtual. Los ratos que le dedico a la búsqueda de discusiones de interés o comentarios ingeniosos y reveladores cada vez me compensan menos. La ausencia temporal de Letroncio ha agravado el problema, y eso que quedan Joe Kopicki, Matthau, Mastropiero, Trumbo, Sunnset, Kusanagi... No, puede que esa no sea una gran excusa.
El caso es que conversando con Matthau he descubierto que le estaba dedicando más tiempo y energías a la cosa de las que últimamente valía. Entre eso y que los últimos rumores en Correos apuntan a una nueva posibilidad de conseguir contrato fijo, está claro qué actividades debo priorizar. Así que es un buen momento para probar a ver si puedo dejarlo sin secuelas.
En todo caso, es una excusa menos para no escribir más aquí.
Y, bueno, hoy es mi 31º cumpleaños. Y el regalo que me ha ofrecido el Universo es... cruzarme con Figo y señora paseando por Madrid. ¿Por qué no le rompí la rodilla de una coz y vengué la derrota y lesión de Eto'o ayer, por no mencionar su deserción...? Cagontó. Esto del pacifismo va a acabar conmigo.

En fin, lo he celebrado con mi familia y Ana, quienes, por cierto, se han portado admirablemente con la cosa de los regalos, si tenemos en cuenta que no les ofrecí la menor sugerencia. Claro, no esperaba que pedir un Bentley Continental GT o un Vacheron Constantin de colección me sirviera de nada.


4.4.05

Burning Down The House

Ana me ha regalado un libro estupendo y al fin hemos visto Million Dollar Baby. Eso por el sábado.
He pasado parte de la tarde del domingo viendo el celebrado documental Capturing The Friedmans.
En beneficio de quienes no lo hayan visto o no sean Stipey: investiga la historia de una familia de clase media-alta golpeada por un caso de pederastia protagonizado por el padre y uno de los hijos.

El truculento caso de abusos cometidos por un profesor de informática, Arnold Friedman, y su hijo Jesse sobre los alumnos del primero (por otra parte cuestionado con alarmantes evidencias por el realizador, Andrew Jarecki) pronto deja paso a la historia de la familia Friedman narrada en primerísima persona, por medio de vídeos caseros que recogen fragmentos de su vida durante el proceso (hace falta valor para pensar en filmar en momentos así), así como entrevistas personales con los mismos Friedman, policías, familiares cercanos, etc.



Capturing The Friedmans es una de esas obras que te dejan reflexiones. Una es lo terriblemente humanos que son estos indivíduos, capaces por otra parte de cometer las peores canalladas (si aceptamos las sentencias). La familia Friedman era una familia perfectamente normal desde cualquier punto de vista, y probablemente por encima de la media en muchos sentidos. Conmueve ver que, la noche antes del encarcelamiento del señor Friedman, celebran una fiesta del carácter más inocente en la intimidad del hogar, grabando vídeos tontos y bromeando ("estoy aquí... aún estoy aquí...", dice Friedman padre a la cámara), tratando de obviar el hecho de que nunca volverán a estar juntos.

Con el escándalo, la investigación y el proceso, la familia Friedman se desmorona. Un hijo toma partido decididamente por su padre y su hermano, y acusa duramente a la madre de no creer en ellos. Discuten la posibilidad de que Arnold Friedman se autoinculpe para salvar a su hijo en la medida de lo posible... Se agrieta la convivencia, y uno no sabe si el crimen de los Friedman ha creado los rencores y la desconfianza, o solo los ha hecho aflorar.

Se hace verdaderamente duro odiar a gente a la que se siente como conocida, y al final de la película uno cree conocer a los Friedman. Incluso asumiendo que cometieran los actos de pederastia que se les imputaron, la evidencia de su humanidad dificulta el juzgarles.

Y entonces uno tiene que creer que cualquier persona culta, afable y encantadora puede ser un monstruo. O viceversa.

3.4.05

Knockin' on Heaven's Door

Alguien...



... acaba de descubrir si tenía razón o no.
DEP.

Y que el siguiente no piense tanto en sexo, por favor.